Hay cosas que te llegan sin dudas….,es que para la mayoría de los que hacemos periodismo deportivo en el interior, es casi exclusivamente porque te gusta de alma, demás seria casi imposible, son demasiados pocos los ingresos para estar todo el año en canchas que muchas de ellas no tienen resguardo y ahí estas parado al lado del alambrado, a veces lluvia, a veces barro, a veces mucho sol y no te importa, estas haciendo algo que te gusta,…perdón te apasiona, es que la mayoría de nosotros siendo chicos escuchamos a los Dorval Pérez, Ariel Núñez y tantos otros mas,…pero bueno esta demás lo que queremos agregar, mejor compartir esta nota que no tiene desperdicios, elaborada por Pablo Aparicio.
Aquella tarde.......
de Pablo Aparicio, el jueves, 14 de julio de 2011 a las 21:29
La tarde estaba gris, el mate era la solución para pasarla disfrutando prendido a la radio, no importa quien jugaba o si, porque en aquel pueblo del interior se terminaba el campeonato, la previa había comenzado resonaban los llamados desde cada cancha anunciando los resultados de la reserva y las alineaciones de los partidos de primera.
La hora se acercaba y ya el relator agudizaba su voz, el locutor comercial imponía su ritmo, y el comentarista daba su opinión tal como si fuera un adivino de lo que sería el partido, el ascenso estaba en juego y el equipo del barrio se jugaba su suerte histórica de jugar alguna vez en primera, el panorama era como si se estuviera viviendo una final de cualquiera de las ligas más importantes del mundo, la gente alrededor del alambrado colmaba la cancha ávidos de ver al vecino, al hijo del almacenero, que juega por que el padre es el presidente, el del doctor aunque medio agrandadito pinta como buen jugador, y hace delirar al sector femenino de la hinchada, “aquel jugo en la capital”, le comentaba un veterano a otro, si pero no juega nada es pura pinta le replicaba el compañero de aquellas tardes de emoción o tristeza.
El olor a tortas fritas, el humo de la parrilla donde los chorizos chirriaban y los árbitros eran los protagonistas hasta ese momento, “se vienen los equipos a la cancha” se anunciaba y el ritmo del mate comenzaba a aumentar, y un dejo de arrepentimiento por no estar en la cancha se hacía presente, pero aquel relator le haría prácticamente ver el partido.
“Va a comenzar”, “pita el árbitro”, y comienza a armar un pucho con el tabaco entre los dedos para ir mitigando los nervios, mira la hora y en la primera jugada “falta que merece cartón amarillo tiro libre peligroso” y gol.
La cabeza se sacudió un par de veces como diciendo no puede ser ya nos clavaron, sin con el empate somos de primera, también con el arquero que tenemos, vocifero en voz alta.
La radio retumbaba la emoción de aquel partido en las cuatro paredes, “dígame el tiempo” vociferaba el locutor comercial casi con voz desencajada, “treinta minutos” le replicaba el relator y se iba el primer tiempo sin siquiera una emoción, tenía todo pronto aquella vieja bandera que acuñaba tantos recuerdos, para cuando la caravana de los gallardos campeones pasara frente a su casa, pero la “Spica” le hacía sentir un panorama poco alentador, en el entretiempo armo otro tabaco como para calmar los nervios, mientras el comentarista analizaba lo sucedido con minuciosa precisión.
“Va a comenzar el segundo tiempo va a jugar el balón….”, subió la radio miro el techo como buscando, pidiendo, deseando, que aquella voz lo hiciera saltar de alegría, no importaba ganar, solo un grito de gol separaba finamente la desazón, de la felicidad de esa bronca contenida de ver su camiseta en primera, con los grandes, en su barrio con su gente.
“Pelota que viene al área, rematoooo peeego en el caño era el empate, que gran jugada por derecha, era toooodo gol”, se paró, se tomo la cabeza y volvió a mirar hacia el techo como buscando una explicación, maldijo en silencio, promediaba el segundo tiempo y la ilusión se desvanecía junto a aquel reloj que de reojo miraba como queriendo calcular el tiempo que faltaba, “pita el árbitro falta clara, grosera, le muestra el cartón rojo, se queda con diez hombres para afrontar lo que resta del partido”, si la ventana hubiese estado abierta, seguramente, la radio la hubiese atravesado rumbo al patio del fondo, la tomo con sus manos la miro como diciendo solo te pido una alegría, la dejo nuevamente encima de la mesa, se sentó y un nuevo tabaco armado a la ligera por el temblor de aquel gol que no llegaba, paso a ser nuevamente el mitigador de tantos nervios.
La voz del locutor lo torturaba pidiendo el tiempo de juego al relator, "Cuarenta del segundo tiempo, reeeeemate al aaaaarco, gran tapada del arquero, la bola se va afuera tiro de esquina, se va el partido busca desesperadamente el empate,va a remater el cooorner, vieeeennnnne golpe de cabeza, pegooo en el palo, el rebote ahí esta vieeeennne gooooooooooooooooooooooooooooooool, goooooooooooooool, gooooooooool……….”, casi que a coro con aquel relator de rodillas con las manos al cielo, los nervios, la angustia y casi la desesperación salieron expulsados por aquel grito contenido durante casi noventa minutos, beso la bandera, se abrazo a la radio como agradeciéndole aquel pedido, escucho los últimos minutos prácticamente de rodillas, la manos transpiradas de los nervios no le permitían ni siquiera armar un pucho mas, “se va el partido, histórico ascenso…. Teeeeermino el partido, pito el árbitro”.
El sueño se hacía realidad, el de pibe cuando con la camiseta puesta soñó con llevar a su cuadro lo más alto, y apenas peleo de media tabla para abajo, el de hincha colgado del alambrado, gritándole a aquel línea que le anulo un gol, no importa si en posición adelantada o no, el de aquella tarde pegado a la radio, sufriendo, maldiciendo, alegrándose y llorando de emoción por esa historia que brotaba de la voz firme, resonante de aquel relator.
Sus ojos se llenaron de lágrimas cuando en la nota al presidente del club, que ya no era más el simple almacenero del barrio, sino un personaje famoso a esa altura, en su voz acongojada lo nombró, recordándolo como jugador, colaborador e hincha sufriente de aquel equipo.
Estamos en primera, pensó, tantos años, tanta angustia y ahora tanta emoción,mientras se imaginaba en la voz del relator la vuelta olimpica tan soñada, tomo su bandera, el comentarista anunciaba la partida de la caravana, se envolvió en ella, y espero firme en la vereda, tratando de no llorar más para saludar a aquellos gallardos campeones, consciente de que aquel triunfo magnifico, no sería ni titular en los grandes diarios de la capital, ni de las radios más importantes, ni de nada, pero la copa será el recuerdo imborrable, junto a la foto del plantel detrás del mostrador de la sede, en el cual los parroquianos bebieron muchas veces la angustia de las derrotas y en donde se reuniría todo el barrio para festejar valla uno a saber hasta cuando.
Esta historia tan simple, tal vez tan insignificante en el contexto mundial del futbol, pero tan importante para quienes tenemos la oportunidad de contarlas, en cada ciudad en cada pueblo, en cada rinconcito de nuestro querido país, no es más que un homenaje a mi compañero y maestro Julio Agüero, a los Castro Núñez, Gustavo Rodríguez, Luis Morales, Jorge Arruti, , Robert Castro, Juan Baratte, Marcos Elinger, Derlis Techera, Mauricio Moreno, Sebastian Mateauda, Hugo Nieves, Jordan Sena, Ademar,Nadia, Rodrigo Silva, el negro Gustavo, Fernando Machado, Jonatan Tort, Daniel Gomez, etc etc y en ellos a quienes fin de semana tras fin de semana hacen periodismo con el alma en las radios del interior de este paisito, llenando cada rincón de historias y de emociones.
Para quienes tenemos muchas veces la suerte de contar esas historias tan importantes para tan pocos, o mejor decirlo tan importantes para tantos, e insignificantes para tan pocos, porque tenemos el placer de contarles el futbol tal cual como lo vivimos, no importa si un día en el mejor estadio del mundo o pegado al alambrado del club más humilde de nuestro pueblo, sin imaginarnos muchas veces que del otro lado del transistor, hay personas que sufren vibran, sueñan, y hasta deliran de emoción con cada una de nuestras palabras, sin darnos cuenta que una palabra tan simple de tan solo tres letras, pero tan importante como un grito de gol, lleva a través del éter tantas sensaciones.
Aquella tarde.......
No hay comentarios:
Publicar un comentario